“Ya no tengo paciencia para ciertas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en el que no quiero perder más tiempo con lo que me desagrada o me duele. No tengo paciencia para el cinismo, las críticas excesivas y las exigencias de cualquier índole. Perdí las ganas de complacer a los que no me quieren, de amar a los que no me aman y de sonreír a los que no quieren sonreírme. Ya no dedico ni un minuto a los que mienten o quieren manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, la hipocresía, la deshonestidad y los elogios baratos. No tolero la erudición selectiva ni la arrogancia académica. Yo tampoco me ajusto a los chismes populares. Odio los conflictos y las comparaciones. Creo en un mundo de contrarios y por eso evito a las personas con personalidades rígidas e inflexibles. En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición. No me llevo bien con quienes no saben dar un cumplido o una palabra de aliento. Las exageraciones me aburren y me cuesta aceptar a los que no les gustan los animales. Y encima de todo, no tengo paciencia para quien no se merece mi paciencia ”.

José Micard Teixeira